Me gusta comer con vino
porque, aunque haya poca cosa,
con vino y con gaseosa
ando mejor mi camino.
Por eso no hay que pensar
que me guste tanto el vino
y que tanto el codo empino
que me vaya a emborrachar.
Porque si el vino se toma
con prudencia y con buen tino
no puede hacer daño el vino,
no hace daño ni de broma.
Yo a mi padre vi beber
y es verdad que se alegraba,
pero tan gracioso estaba
que para mí era un placer.
Pues tan serio como era
gracias a un trago de vino
su hablar se hacía cansino
y gracioso a su manera.
1 comentarios:
Qué lástima ser abstemio ;-)
Publicar un comentario