sábado, 20 de agosto de 2011

Leo muy pocas veces sus escritos. No sigo diariamente lo que dice. Puede ser que me asusten sus palabras, que adivine tristeza y desventura y me niegue a leerlas por cobarde. Quisiera traspasarle mi alegría, la alegría de vivir que a mí me empuja a olvidar mis momentos de fracaso. Mas no sé dirigirme por derecho porque respeto mucho cada vida. No quiero parecer entrometida, pero me asusta un poco cuando leo los cuentos que se inventa diariamente. La inmensa mayoría de sus historias están alimentadas de tristeza, de sentimientos vacíos de sentido, de abandonos de añoranzas y penas.
El disfraz de alegría con que se viste para ocultar su silencio y su llanto me tiene algo violenta, pero espanto con palabras de amor lo que no existe.

1 comentarios:

P. Shada dijo...

No me quiero caer con el equipo. No quiero regresar a mis silencios, pero sigo sin moverme del sitio, sin acudir ni a citas ni a paseos. Muchas veces creo que manejo alguna cualidad que me acompañen, pero pronto compruebo que es mentira,que soy muy poca cosa, casi nada. Mas no quiero que me venza mi miedo,esa inseguridad que me domina cuando intento subir a lo alto. No quiero tropezarme con la esquina.

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