sábado, 22 de octubre de 2011

Escribir me ayuda a vivir.
Vivir es fácil: comes un poco, te aseas un poco, tomas el aire un poco, haces alguna cosa y... ya está; puedes seguir viviendo. Es fácil. Pero hay ocasiones en las que seguir viviendo cuesta. Se cuesta arriba. Es en esos momentos, en esas ocasiones en las yo necesito escribir para seguir viviendo, para sentir que la vida está a mi favor, para saber que merece la pena seguir.
Escribir para mi es como tomar una bocanada de aire fresco, como abrir la ventana en una mañana de mayo, o de cualquier mes. Al escribir echo fuera pensamientos que me ensombrecen y me amargan. Escribiendo descubro mi interior, mis pensamientos mas escondidos, los que me hacen daño. Escribir me lleva de viaje, inventa compañeros de viaje, comparte itinerarios con otros viajeros.
Escribir es como vivir dos veces, infinitas veces

sábado, 8 de octubre de 2011

¿Qué nos empuja a escribir?
Yo sólo sé mi respuesta:
Qué es lo que me empuja a mí.

viernes, 7 de octubre de 2011

Esto de no seguir los caminos ya andados por otros es lo que tiene. Que te tienes que inventar la vida constantemente y eso no es fácil.
Pero inventar la vida te tiene en movimiento, con el pensamiento siempre alerta, con la buena intención andando pasos que no sabes dónde van, con la ilusión abierta como ventanas en primavera.
A veces, el sentimiento se enreda en sí mismo.
Guardemos la confianza en nosotros mismos.
Cambiemos, pero sigamos siendo los mismos.
Olvidemos el miedo, ese que nos asusta y nos coarta.
Vivamos como la hoja en otoño; sin planes ni fines.
Vivamos, vivamos sin prisa, sin miedo, con alegría.
Inventemos la alegría. Está, como todo, dentro de nosotros.

sábado, 10 de septiembre de 2011

De mi libro de poemas «El eco del silencio»

Escondo en el silencio mi tristeza.
No sé decir palabras malsonantes.
Es mejor el silencio que el insulto,
pero a veces se me pudren por dentro
las palabras no dichas,
las palabras calladas.
La memoria me trae otros silencios,
otros momentos mudos.
Ya no sé, no puedo recordarlo,
el último momento de palabras.
Ya lo tengo olvidado.
Doy rodeos con palabras absurdas.
Comento cosas de ninguna importancia
y todo para seguir en el silencio,
para no decir nada.
El silencio es mi viejo compañero.
No sé por qué se esconde tras mi boca.
Ese silencio; ¿dice que estoy loca?

sábado, 27 de agosto de 2011

¿Qué se puede hacer cuando no sabes qué hacer? ¡Cómo ayudar a alguien a quien quieres si no sabes cómo?

jueves, 25 de agosto de 2011

Nacer en una casa con canciones, con música diaria y alegría, debe ser el motivo por el que toda la familia, los hermanos en pleno, estamos siempre dispuestos a cantar y a bailar. Cierto es que la vida va pasando y va disminuyendo nuestras facultades, pero siempre nos quedan las suficientes para entonar los himnos que nos unen y nos dan fuerzas.
Es una suerte tener estos hermanos. Por todos ellos levanto mi copa y mis canciones. A todos ellos, gracias.

sábado, 20 de agosto de 2011

Leo muy pocas veces sus escritos. No sigo diariamente lo que dice. Puede ser que me asusten sus palabras, que adivine tristeza y desventura y me niegue a leerlas por cobarde. Quisiera traspasarle mi alegría, la alegría de vivir que a mí me empuja a olvidar mis momentos de fracaso. Mas no sé dirigirme por derecho porque respeto mucho cada vida. No quiero parecer entrometida, pero me asusta un poco cuando leo los cuentos que se inventa diariamente. La inmensa mayoría de sus historias están alimentadas de tristeza, de sentimientos vacíos de sentido, de abandonos de añoranzas y penas.
El disfraz de alegría con que se viste para ocultar su silencio y su llanto me tiene algo violenta, pero espanto con palabras de amor lo que no existe.

sábado, 28 de mayo de 2011

Presumen de modernos, de respetuosos con los animales, de crear moda, (aunque esta no sea demasiado hermosa)... y es cierto, pero que en esa tierra tan avanzada y tan civilizada se ejecuten ciertos desalojos del modo en que se han dado dice muy poco a favor de todo lo antes expuesto.
Y otra cosa: en las comisiones de limpieza que se dan en todas las sucursales del 15 M; ¿quién empuña la primera escoba; es hombre o es mujer? A ver si estamos queriendo cambiar a mejor y estamos repitiendo los mismos modelos.
Si se ha demostrado que las mujeres son capaces de abordar cualquier trabajo que hacen los hombres, a ver si los hombres todavía no han descubierto que tienen dos manos con sus cinco dedos incluídos, y que sirven para todo: barrer, fregar, cocinar, limpiar... bueno, supongo que en estas circunstancias no hace falta planchar. Luego, en casa.
Un abrazo a todos los que están interpretando esta sinfonía en sol sostenido.

viernes, 27 de mayo de 2011

Poeta

No le creo. Dice que se ha leído todos los versos de todos los autores de los que habla, pero, con esos pocos años que lleva en su camisa no me parece cierto.
Él presume de muerto y no debe estar lejos de eso que presume.
Asume que no está entre los vivos y yo le creo. ¡Pobre muchacho! Ayer, por el aliento, me contó algo que me da mucha pena. (Para olvidarlo). (¡Pobre muchacho!)

domingo, 27 de febrero de 2011

Contestación a tu carta

Querida hija.
Me encanta recibir tus cartas. Hace mucho tiempo que no ponemos en práctica la antigua costumbre. Con este nuevo medio nos hemos olvidado del papel y del boli. Además, pensar que alguien más que tú puede leer lo que escribo y lo que escribes tiene algo de impudor, y tú sabes que soy muy pudorosa.
Otras personas piensan lo contrario. Dicen de mis poesías que son demasiado claras, demasiado evidentes, demasiado íntimas. (Debes ser que, aunque me quede pudor la vergüenza está en las últimas).
Leer tus cartas siempre me dejan la misma impresión: me quieres demasiado. En general quieres demasiado a todos los que quieres.
No me creo merecedora de tanto cariño y de tanta admiración, pero es cierto que agradezco y mucho todos esos sentimientos con los que me premias.
Mi mejor premio eres tú, tú y tus cartas, tú y tus risas. Las risas de todos mis hijos, las conversaciones y las presencias de todos vosotros, vuestra generosidad, vuestro respeto.
Cada uno de mis hijos es un premio para mí, pero tú, con tus cartas, me has hecho emocionarme un montón de veces y me has hecho reír muchas más.
Esos hilos calientes que sostienen el amor entre las personas estarán calentando la distancia que hay entre tu casa y la mía, entre el lugar que tu ocupes y el sitio en el que yo me encuentre. Confiemos en que ese calor
ayude a la curación de tu esguince.

Espero verte pronto. Será que las dos estaremos ya repuestas.

Un millón de besos. O dos.

viernes, 4 de febrero de 2011

¿Una consecuencia más?

Ayer le vi a las puertas del supermercado a donde voy casi a diario a por lo imprescindible para pasar el día. Me chocó su estampa curiosa y limpia. Vestía un abrigo color camel bastante nuevo y calzaba zapatos negros limpios y brillantes. Se encontraba sentado sobre una enorme maleta de un color chillón. Cabizbajo, alargaba la mano en petición de ayuda.

No era el clásico mendigo. A mis ojos, aparentaba un marido al que le habían puesto «la maleta en la puerta». Le di algunos céntimos y le miré a los ojos.

Esta mañana he vuelto a verle. Tiraba de su pesada maleta y se le veía más cansado que el día anterior.

Al pasar a su lado se ha detenido a preguntarme dónde estaba Cáritas. «Le queda aún un poco lejos», le contesté. Le envié hacia la plaza para que allí le encaminaran.

Parece un nuevo mendigo, un nuevo candidato a llenar las esquinas y las entradas de los mercados; una nueva sombra que necesita abrigo, comida y compañía. Uno más en las entradas de las iglesias.

Si este hombre es una más de las consecuencias de la crisis, a ver si ya, por fin, los que tienen en sus manos las soluciones (que sí que las tendrán), se ponen a la tarea y nos dejan respirar.